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Historias relacionadas con familia

CONVIVENCIA FAMILIAR Y CUARENTENA

Cuando la convivencia y la cuarentena es un problema en la familia.

La pandemia del COVID-19 ha provocado severos cambios en nuestra forma habitual de vivir, de hecho, todo nuestro estilo de vida ha tenido que modificarse a causa de las medidas sanitarias que hemos adoptado para proteger nuestra salud y a las personas que más amamos. Este tiempo de COVID-19 ha sido un verdadero tiempo de prueba, de desierto, de pasar por fuego en diversas áreas de nuestra vida. No sólo hemos tenido que cambiar la forma de trabajar, educarnos o congregarnos, sino que lo más importante es que hemos tenido que enfrentar con todo aquello que evitábamos ver, que postergábamos, que huíamos mediante el trabajo o alguna actividad fuera del hogar. Este tiempo ha sido para muchas familias una prueba de fuego donde hemos podido apreciar cuánto amor, respeto, confianza y tolerancia nos tenemos entre nosotros.

 

El problema de la convivencia en cuarentena

 

Cuando el fuego pasa por la vida del ser humano surge lo mejor y lo peor de él, saliendo a la luz lo que verdaderamente hay en nuestro corazón, es así como podemos cómo ha aumentado la agresividad en un sin número de personas, las faltas de respeto, la incomprensión y el egoísmo. Sin embargo, también podido ver en otros que se ha hecho visible la resiliencia, la solidaridad, el compañerismo y la unidad. Si te fijas es la misma prueba para todos, pero reaccionamos de manera diferente ¿por qué?, porque, así como dice en Lucas 6:45 (TLA) “La gente buena siempre hace el bien, porque el bien habita en su corazón. La gente mala siempre hace el mal, porque en su corazón está el mal. Las palabras que salen de tu boca muestran lo que hay en tu corazón”, en otras palabras, es en los momentos de prueba que nuestras máscaras se caen y surge el verdadero “yo” y por consiguiente esto puede llevarnos a tener problemas o discusiones con la gente que nos rodea. En 1 Pedro 1:6-7 (RV60) dice: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario,  tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe,  mucho más preciosa que el oro,  el cual aunque perecedero se prueba con fuego,  sea hallada en alabanza,  gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”, en resumen Pedro nos dice que en tiempos de pruebas se puede notar cuanta espiritualidad y carnalidad tenemos en nuestro corazón y nos invita que una vez pasada la prueba, nuestra confianza en Dios no se haya quebrantado o flaqueado.

 

De manera complementaria, en Juan 15:8 (TLA) dice: “si ustedes dan mucho fruto y viven realmente como discípulos míos, mi Padre estará orgulloso de ustedes, esto es interesante ya que la forma en que tenemos para glorificar a Dios es llevando abundante fruto y no es sólo una forma de darle la gloria, sino que además es una manera de demostrar que somos sus seguidores o discípulos, tal cual dijo Jesús “por sus frutos los conoceréis” (Lucas 6:16 RV60) ¿y cuáles son esos frutos? Quisiera comentar 2 referencias acerca de lo que son los frutos, el primero lo encontramos en Efesios 5:9(NVI) que dice: “el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad” y en Gálatas 5:22-23a (NVI) “En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio”. Cuando uno mira la propia vida a la luz de la palabra, nos damos cuenta cuánto nos ha costado adquirir estos frutos, realmente estamos al debe en ser como Cristo lo fue, más que mal cristiano significa “cristo pequeño”, pero al mirar el fruto que el Padre quiere que llevemos en abundancia nos damos cuenta cuánto nos falta morir a nosotros mismos para que Cristo crezca en nosotros, esto lo podemos ver en cosas cotidianas donde por ejemplo perdemos la paciencia con facilidad, somos impulsivos con nuestra boca o acciones, quejumbrosos, egoístas, manipuladores, poco agradecidos, a veces nos gana el orgullo por sobre el amor en nuestro hogar e incluso nos falta la cordialidad entre nuestros cercanos … si nuestra vida cristiana carece de fruto, vamos a tener problemas de convivencia. A causa del COVID-19 donde ya no podemos huir de nuestros hogares cuando las cosas se ponen difíciles, donde podemos ir físicamente a la iglesia y no contamos con la liturgia eclesiástica que nos hacía sentir “buenos”, queda al descubierto en este tiempo de prueba lo que realmente somos, lo sincero, lo que de verdad hay en nuestro corazón, y si hay problemas de convivencia, es altamente probable que sea porque una o varias partes de la familia carece del fruto del Espíritu de Dios.

 

Entonces… ¿qué hacer?

 

A continuación, daremos estrategias espirituales y prácticas que pueden ser de orientación para ti y para los que te rodean.

 

Estrategias Espirituales:

 

Desde una mirada espiritual, debemos como cristianos llevar mucho fruto para poder tratar a los demás como Dios quiere que nos comportemos, pero ¿cómo tener fruto en abundancia?, la respuesta la encontramos en Juan 15:4-5 (PDT) “permanezcan en mí y yo permaneceré en ustedes. Ninguna rama puede dar fruto si está sola, sino que tiene que estar unida a la vid. Igual sucede con ustedes, no pueden dar fruto si no se quedan en mí. Yo soy la vid y ustedes las ramas. El que permanece en mí, y yo en él, producirá mucho fruto, pues separados de mí, ustedes no pueden hacer nada”, es decir, debemos buscar a Dios y permanecer bajos sus alas, buscar su presencia, morir cada día a nosotros mismos para que Cristo crezca en nosotros y obedeciendo sus preceptos, así podremos empezar a ver estos frutos que restauran las vidas de los creyentes y sus relaciones interpersonales, incluyendo matrimoniales y familiares, tal cual dice 2° Crónicas 7:14 “si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra

 

Muchas veces hemos llevado nuestra vida a nuestra manera, y las consecuencias las estamos enfrentando hoy ya que no podemos huir o seguir fingiendo que las cosas están bien, o peor aún, que se solucionarán de manera espontánea y sin esfuerzo. Sin embargo, a veces por nuestras propias malas decisiones, por nuestra falta de amor (a los demás o a sí mismos), por nuestra terquedad o incluso por nuestro orgullo, hemos facilitado que las relaciones familiares se deterioren. Es una buena oportunidad para empezar a hacer las cosas bien desde el día de hoy, recuerda que las misericordias de Dios se renuevan cada día (Lamentaciones 3:23) y por ende cada día puedes empezar a hacer las cosas conforme el plan de Dios. Por eso busca del Señor, para que lleves fruto en abundancia y puedas enseñar esto a tus hijos, a tu cónyuge y a todos los que te rodean, y así podrás ir sanando tu tierra

 

Estrategias Prácticas:

 

Sabemos que cada hogar es distinto, pero aquí te dejamos 8 sugerencias que pueden ser de ayuda para tener una mejor convivencia.

  1. Realizar Asambleas de Convivencia: Si bien es cierto que debido al distanciamiento físico las familias pasan mucho más tiempo juntas, la verdad es que pocas veces se establecen espacios para compartir quejas, necesidades y expectativas. La idea es que en estas asambleas todos los miembros de la familia puedan expresar sentimientos, inconformidades, etc. Y de esa forma se toman acuerdos para reducir los conflictos, por ejemplo: horarios para el uso de la TV, colaboración en el hogar, horarios para actividades juntos, etc. La idea es que con una actitud constructiva (y no de buscar culpables) pueda organizarse para que todas las necesidades y gustos sean atendidas.

 

2. Evitar el exceso de actividades: Uno de los temores de los padres en estos tiempos de cuarentena es que los hijos se aburran. Como no hay clases, tampoco se puede ir a parques, es probable que los niños se expongan con más facilidad al aburrimiento. Para evitarlo, puedes caer en la tentación del exceso de actividades, lo que puede agotarte o agotar a tus hijos. No le temas al aburrimiento, de hecho, no te hagas cargo a totalidad de los horarios de tus hijos. Permíteles crear actividades, descubrir nuevas aficiones. Eso te permitirá tener también tiempo para descansar, para ocuparte de ti mismo e incluso invertir tiempo en tu relación de pareja. Con esto no decimos que no debas organizar actividades, claro que es importante hacerlo, pero no controlar todo el día y hacerte cargo de un horario detallado para cada hora del día.

 

3. Resolver los conflictos: Durante el distanciamiento físico habrá conflictos en casa, eso es inevitable. Es importante hacerte consciente de ello, ya que para la sana convivencia hay que resolver los conflictos a tiempo y no dejar que éstos se extiendan o conlleven a acumular molestias. Fomenta el respeto, es una buena oportunidad para aprender y enseñar a tratar los conflictos. Esto aplica a todos los miembros de la familia.

 

4. Respetar los espacios de cada uno: Cada miembro del hogar debe tener momentos de privacidad y actividades individuales para fomentar la independencia y la toma de decisiones personales. La convivencia continuada no es sinónimo de tener que hacer todo juntos. Si bien deben existir actividades en familia (ver una película en la sala, juegos de mesa, cocina colaborativa), esto no aplica todos los días a cada rato. El espacio personal es crucial en cuarentena.

 

5. Evitar tiempos excesivos de ocio: el ocio en su justa medida es bueno ya que relaja, disminuye los niveles de estrés y promueve la creatividad, sin embargo, el exceso de tiempos de ocio puede conllevar a aumentar la frecuencia de las discusiones. Una mente ocupada no tiene tiempo para discutir; es por esto que se recomienda realizar un mínimo de dos actividades productivas por día para mantener nuestra energía enfocada en prácticas significativas.

 

6. Cargas compartidas: La sobrecarga de tareas del hogar para solo uno o dos miembros de la familia no es justa. La cuarentena de por sí ya es lo suficientemente complicada como para dejar toda la responsabilidad del hogar a una sola persona. Es por esto que debemos unirnos como familia y repartir las tareas de manera equitativa. De esta forma no solo se está ayudando a aligerar la carga, sino que también se fortalece el vínculo de convivencia entre todos los miembros del hogar.

 

7. Expresión de sentimientos: En este tiempo de cuarentena es lógico que las personas que conviven bajo nuestro mismo techo tengan diferentes opiniones, tomen decisiones que no sean de nuestro agrado o que hagan ciertas cosas que puedan molestarnos. Cuando esto ocurra, expresa tus sentimientos de una forma respetuosa y asertiva. Reprimir lo que queremos decir solo perjudica nuestra tranquilidad, y nos hace más propensos a tener explosiones de ira más adelante. Exprésate, pero siempre con el objetivo de mejorar la situación en el hogar, no de pelear o “tener la razón”.

 

8. Comprensión: Recordemos que, ante una emergencia mundial tal como lo es una pandemia, todos tenemos diferentes formas de reaccionar y poseemos distintos métodos de afrontamiento a la adversidad. Es por esta razón que no debemos imponer nuestra posición a los demás, especialmente a aquellos que están viviendo con nosotros. Si alguien desea llorar, déjalo llorar. Si una persona desea pasar un tiempo privado en su habitación, entonces compréndelo y no lo obligues a salir de inmediato, dale tiempo. El entendimiento mutuo es esencial, y siempre y cuando nuestros métodos de afrontamiento y los de nuestros seres queridos no sean perjudiciales debemos permitir que cada quien se exprese a su manera, recordando siempre las normas de convivencia y que esa expresión no dañe a terceros o a sí mismo.

 

Como ves, puedes ahora hacer frente al problema de convivencia desde dos perspectivas: desde el área espiritual buscando llevar mucho fruto y aprovechar este tiempo de prueba y fuego para que Dios queme en tu corazón lo que debe ser eliminado y saque a relucir el carácter de Cristo que debe estar en todo creyente, y además, 8 estrategias prácticas que pueden ayudarte a tener una convivencia más llevadera en tu hogar. Recuerda que sin Cristo nada somos, y que lejos de Él nuestro corazón se seca, busca siempre estar cerca y tú lo notarás en tu vida y, por consiguiente, los que te rodean también lo notarán.

 

Finalmente, y como último consejo, es natural que veamos en los otros miembros de la familia sus defectos y lo que le falta por crecer en madurez espiritual, eso es lo más fácil, cualquier persona puede hacerlo, no hay grandeza en ello, sin embargo, sólo un corazón humilde puede reconocer “que me falta a mí por crecer”, “como puedo aportar yo a la convivencia familiar”. Eso es algo sobrenatural y es definitivamente mucho más saludable. Si todos los miembros de la familia fueran más autocríticos (en el buen sentido, es decir sin ser autodestructivos) en sus actitudes y aportes, en vez de ser críticos de los demás, la convivencia sería mucho mejor. Puedes empezar tu dando el ejemplo, de decir lo que te molesta, pero también considerando las actitudes tuyas que pueden irritar a otros y tener humildad para reconocer y modificar estas conductas.

 

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Psicóloga Gianina Schiavi Canessa

Iglesia Cuadrangular Hualpén, VIII Región del Bío-Bío, Chile.

Estudiante Bachillerato en Teología del Instituto Bíblico Nacional.

 

LA REGLA DE ORO PARA VIVIR EN PAREJA

LA REGLA DE ORO PARA VIVIR EN PAREJA

Cuando la Preocupación y el Afán interfiere en tu Matrimonio

Este artículo ha sido gentileza de los Pastores Cinalli, ministros de Dios dedicados a la obra de la restauración sexual y que contribuyen a la formación de matrimonios más sólidos y familias más sanas. Visite su página web “Placeres Perfectos” en (www.placeresperfectos.org).

 


 

“… Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento para comer o suficiente ropa para vestirse. Pues la vida es más que la comida, y el cuerpo es más que la ropa. Miren los cuervos. No plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque Dios los alimenta. ¡Y ustedes son para él mucho más valiosos que cualquier pájaro! ¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida? Y, si por mucho preocuparse no se logra algo tan pequeño como eso, ¿de qué sirve preocuparse por cosas más grandes? Miren cómo crecen los lirios. No trabajan ni cosen su ropa; sin embargo, ni Salomón con toda su gloria se vistió tan hermoso como ellos. Y, si Dios cuida de manera tan maravillosa a las flores que hoy están y mañana se echan al fuego, tengan por seguro que cuidará de ustedes. ¿Por qué tienen tan poca fe? No se inquieten por lo que van a comer o lo que van a beber. No se preocupen por esas cosas. Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos en todo el mundo, pero su Padre ya conoce sus necesidades. Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás, y él les dará todo lo que necesiten. Así que no se preocupe, pequeño rebaño. Pues al Padre le da mucha felicidad entregarles el reino”, Lucas 12:22-32 (NTV).

¿Observaste las frases remarcadas? Son siete. Siete son las veces que Jesús, en un pasaje tan corto, nos alienta a no preocuparnos. Alguien dijo que la preocupación es fe en el diablo. ¿Qué piensas?

El consejo bíblico es no preocuparnos porque la promesa es que Dios nos sustentará: “No se preocupen por esas cosas… él les dará todo lo que necesiten”, Lucas 12:29-31 (NTV).

 

Tanto Silvia como yo (escribe José Luis) hemos experimentado la fidelidad de Dios desde que nos casamos. Por aquel entonces yo trabajaba como obrero en una empresa llamada Celulosa. Estudiábamos en la Universidad. Solamente de ómnibus gastábamos un tercio de nuestro salario. El escaso sueldo debía alcanzarnos para pagar el alquiler de la casa, los gastos de alimentación, ropa, calzado y los estudios de ambos.

 

Humanamente era imposible. Pero nuestra necesidad fue la oportunidad para experimentar los milagros de Dios. Él suplió de maneras asombrosas, inexplicables y sobrenaturales. Valga un ejemplo, en el patio de nuestra casa alquilada creció una planta de tomates que nadie había plantado. El tomate es 95% agua, por lo cual, si no se lo riega todos los días, muere. Debido a nuestras ocupaciones, ¡jamás regamos esa plantita! Y durante todo un verano nos dio tomates. Sin exagerar, todos los días nos proveía generosamente para nuestras necesidades. Los tomates crecían sobre el piso de cemento (algo increíble) porque la planta no tenía tutor y estaba desparramada en el patio. ¡Un tomate llegó a pesar 450 gramos! Nunca estaban picados por insectos o demasiado maduros; además, eran súper sabrosos.

 

Seis días por semana debía recorrer varios kilómetros en bicicleta para llegar al trabajo. Tan vieja era esa bicicleta que mis amigos bromeaban diciendo que la devolviera al museo. Las cubiertas estaban tan gastadas que se veía ‘el aire’ dentro de ellas. Gran parte del trayecto era tierra, escombros y piedras. Sin embargo, jamás se pinchó. Nunca tuve que gastar para arreglarla. Ha sido un milagro que esa bicicleta me llevara por tanto tiempo al trabajo.

 

Nuestra heladera siempre estaba vacía. Después de algunos años todavía conservaba el olor a nueva, ¡y claro, por la falta de uso! Sin embargo, jamás llegó la hora del almuerzo y pasamos hambre. Como en la casa de la viuda de Sarepta, alguna provisión aparecía.

 

A veces eran solo tomates. Aprendimos a hacer muchas comidas con ese solo fruto. Pero Dios es nuestro testigo, nunca discutimos por dinero, ni cómo gastarlo (aunque no había muchas opciones) ni qué comprar.

 

Por favor, presta atención a lo siguiente: la falta de dinero en algún momento de la vida puede ser ‘provisión de Dios’. ¿Cómo es eso? Dios quiere que confiemos y dependamos de Él. A Él le interesa nuestra amistad e intimidad más que nuestra billetera. Dios tiene sus formas para atraer nuestra atención. ¿Recuerdas a Elías? Dios lo llevó a un arroyo y lo alimentó sobrenaturalmente trayéndole desayuno, almuerzo y cena. Pero un día el arroyo se secó. Posiblemente Elías se había acostumbrado a la provisión y, probablemente llegó a confiar más en el arroyo que en Dios.

 

La provisión siempre vendrá de Dios. A veces en forma sobrenatural como el maná que caía en el desierto; la carne que los cuervos le traían a Elías o la moneda que Pedro encontró en un pez para pagar los impuestos. Otras veces la provisión vendrá de una mano amiga, un familiar, un premio inesperado, etc.

 

Los israelitas degustaron el maná que caía del cielo durante cuarenta años. Luego comieron del fruto de su trabajo en la tierra prometida. ¿Era el maná la provisión de Dios y el trabajo en la tierra prometida no lo era? ¡Claro que no! Ambas formas de alimentación provenían de Dios, porque las dos fueron practicadas en obediencia, en diferentes etapas del viaje de la vida.

 

Elías fue sostenido sobrenaturalmente por un tiempo, después Dios le dijo que acudiera a una viuda muy necesitada y le pidiera directamente. Dios no actúa siempre de la misma manera. Él es creativo y ama la variedad. Dios proveyó para las necesidades de Pablo mediante el trabajo ‘secular’ de hacer tiendas, 1ª Tesalonicenses 2:9. En otras oportunidades vivió de ofrendas y dejó que personas adineradas como Lidia lo alimentaran. El mismo Jesús trabajó muchos años para suplir sus necesidades y, cuando comenzó su ministerio público, algunas mujeres con gran poder económico sostuvieron su ministerio, Lucas 8:3. Jesús confiaba en que su Padre supliría todo de forma soberana, pero también hizo peticiones directas. Cuando necesitó un medio de transporte para su entrada triunfal en Jerusalén, envió a sus discípulos a pedir prestado un asno. “Ciertamente, el único elemento común en los relatos bíblicos de provisión fue la obediencia a la voluntad de Dios. La clave para vivir con medios invisibles de apoyo es oír su voz y obedecer lo que Él pide hacer. Y cuídate de la trampa de esperar que Él te guíe siempre de la misma manera. Mantente flexible y abierto a su dirección. Pregunta al Señor qué pasos debes dar. A veces Él te puede indicar que informes a otros tus necesidades. Obedece. Otras veces puede mandarte guardar silencio y no dar a conocer tus necesidades a nadie sino a Él. O puede guiarte a hacer una inversión. Obedece. Puede también darte una oportunidad empresarial. Algo que produzcas y pueda beneficiarte económicamente. Pero tampoco descartes alternativas creativas, ni intentes que el Señor te provea de cierta manera que tú ya conoces.

 

Todos los milagros de provisión de Dios comienzan oyendo el consejo de María en las bodas de Caná: – Haced todo lo que Él os diga”.

 

¿Qué estás necesitando de Dios? ¿Cómo respondes frente a la situación? ¿Es tu crisis una oportunidad para crecer en la fe? Si como matrimonio están viviendo estrechez económica, pídanle a Dios la sabiduría para hacer lo correcto, tomar las decisiones más sabias y ajustar el presupuesto. Pero luego, una vez hechos los deberes, experimenten paz. Luchen en contra de la ansiedad. No discutan por dinero; al contrario, únanse en un solo propósito. Tomen decisiones juntos. Acérquense más. Apóyense, ocúpense pero no se preocupen. No sumen angustia a la crisis ni reproches al cónyuge. En vez de pelear entre ustedes peleen juntos frente a la situación adversa. Tal vez, como nosotros experimentamos de la vida matrimonial, la falta de dinero sea una bendición de Dios porque en ese camino se acercarán a Él, descubrirán sus tesoros, sus recursos, y lo que es mejor, su corazón.

 

Extraído del libro “Que tu matrimonio no se arrugue”- José Luis Cinalli

 

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Pastores Cinalli

Extraído de página web www.placeresperfectos.org

Artículo “La regla de oro para vivir en pareja”

 

EL CONDIMENTO DEL AMOR

EL CONDIMENTO DEL AMOR

Consejos Para Tener Un Matrimonio Satisfactorio

Este artículo ha sido gentileza de los Pastores Cinalli, ministros de Dios dedicados a la obra de la restauración sexual y que contribuyen a la formación de matrimonios más sólidos y familias más sanas. Visite su página web “Placeres Perfectos” en (www.placeresperfectos.org).

 


 

Casarse con la idea de ser feliz y casarse esperando que el cónyuge ‘me haga feliz’, son dos cosas diametralmente opuestas.

 

La felicidad depende solamente de ti y de nadie más.

 

Tu cónyuge podrá contribuir a tu bienestar, pero esperar que él supla todas tus necesidades y te haga feliz, es meramente una ilusión.

 

No tengas expectativas irrealistas. Esperar que tu esposo lleve las medias sucias al lavadero, lave los platos después del desayuno y responda románticamente a todas tus necesidades emocionales; por su parte, esperar que tu esposa satisfaga todas tus fantasías eróticas, responda afirmativamente a tus insinuaciones sexuales y sea madre y esposa a la vez es, sencillamente, prepararse para vivir desilusionado.

 

En lugar de exigir y esperar que tu pareja responda a tus necesidades, toma tú la iniciativa para satisfacer las necesidades de ella.

 

Deja que el amor vuelva tu atención hacia tu cónyuge. ¡Inténtalo! Te sorprenderás de los resultados positivos que obtendrás, no solo porque dar es mejor que recibir, sino porque tu pareja responderá animosamente a tus actos de servicio. Y cuando esto suceda, estarán más cerca uno del otro como nunca antes lo estuvieron. ¿Por qué? Porque la calidad de la relación depende de cuánto se suplen las necesidades de ambas partes.

 

No hagas responsable a tu pareja de tus frustraciones. Hazle saber que vives bien a su lado. No la critiques. Aliéntala. No desapruebes sus acciones o intenciones. Bríndale aceptación y sé su mayor apoyo.

No esperes que tu esposo/a sea como tú. No proyectes tus exigencias en el desempeño de tu pareja. “¿Acaso no quieres que la vida de casado sea un lugar en el que puedas disfrutar al expresarte con libertad y crecer dentro de un ámbito seguro en el que recibas aliento aun cuando fracases? Tu pareja también lo desea, y el amor te da ese privilegio”, Lawrence Kimbrough.

 

Ustedes son seres únicos, con personalidad única y, en el matrimonio, se pueden acercar hasta hacerse uno solo en alma y espíritu, pero sin perder la individualidad.

 

Celebra las diferencias. “Dios sabía que iba a haber un lugar en su plan para los introvertidos y los extrovertidos, para los que piensan y para los que sienten, para aquellos que planean las cosas y para aquellos que son espontáneos. Él hizo que algunas personas fueran soñadoras y, otras, se contentaran con las cosas como están. ‘Diferente’, no significa automáticamente ‘equivocado’”, Mich Temple.

 

Concéntrate en las fortalezas. Es más fácil ver la paja en el ojo de nuestro cónyuge que ver el palo en el nuestro. Aumenta tu habilidad para valorar los aspectos positivos de tu pareja. Adquiere el hábito de admirar los atributos de tu esposo/a y pasa por alto sus debilidades (siempre y cuando no sean fallas morales o de carácter que hieran la relación).

 

Afirma a tu cónyuge. Las parejas que hacen de la afirmación un hábito de vida tienden a incrementar el sentido de valía personal logrando a la postre el cumplimiento de las metas. “La afirmación se convierte en un proceso para animar al cónyuge, lo que provoca que éste utilice todos sus recursos para lograr el más alto nivel de productividad y creatividad”, Fim Conway.

 

“Afinidad, aceptación, autenticidad y asistencia, son todos ingredientes importantes en la receta de las relaciones ricas; pero la afirmación, bueno, permíteme decirlo así: ese es el condimento. No querrás prescindir de eso”, Lee Ostrobel.

 

Desafío matrimonial

 

“Amar es encontrar en la felicidad del otro tu propia felicidad”, Gottfried Wilhelm.

 

  • Piensa en la necesidad más grande de tu pareja. Demuestra tu amor diciendo “sí” a esa necesidad, sin que te lo pida.

 

  • ¿Sabes qué libro le gustaría leer a tu cónyuge? Adquiérelo y léele un capítulo cada noche o mientras toma un baño y se relaja en la bañera.

 

  • Levántate más temprano y prepara un desayuno atípico o cocina una comida internacional para tu pareja.

 

  • ¿Qué debilidades podrías pasar por alto sin que afecte la relación?

 

  • Ten una charla de corazón a corazón y, en un momento, pregúntale sinceramente: “¿en qué puedo ayudarte?”.

 

  • Ora a Dios pidiendo un espíritu de celebración. Podrías inspirarte en las palabras de Proverbios 5:15 y 19:14. “Gracias Señor porque entiendo que mi cónyuge es tu especial regalo para mi vida. Celebro y me alegro en tus bendiciones que llegan por medio de mi pareja”.

 

  • Finalmente, ¿cuándo fue la última vez que le dijiste a tu cónyuge lo importante que era para ti? Jamás des por sentado que sabe cuánto la amas. Todos y cada uno de nosotros necesitamos que nos lo digan de vez en cuando. Así que díselo.

 

 

Extraído del libro “Casados y Felices” – Ramón Osorio

 

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Pastores Cinalli

Extraído de página web www.placeresperfectos.org

Artículo “El Condimento del Amor”

 

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