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CRISIS NORMATIVA 1: EL INICIO DE LA CONVIVENCIA CON EL CÓNYUGE

Cuando la luna de miel se acaba y comienzan los problemas conyugales por la convivencia

¿Qué son las crisis normativas?

 

 Las crisis normativas o crisis del desarrollo son aquellos momentos de caos a nivel familiar que son comunes o normales que aparezcan ante ciertas circunstancias. Algunas crisis normativas son: la llegada del primer hijo; la crisis del nido vacío; el fallecimiento del cónyuge, entre otras. En este artículo se abordará la primera crisis normativa que relata la psicología familiar: El inicio de la convivencia con el cónyuge.

 

Es común que cuando la pareja comienza a convivir, experimenta una dulce luna de miel que hace que su romance esté en su mejor momento. Después de un tiempo, la enamorada pareja comienza a experimentar roces y diferencias que dificultan el ponerse de acuerdo sobre cómo abordar o hacer ciertas cosas. Estos roces pueden ir aumentando, generando un desgaste en la pareja la cual comienza a vivir esta crisis del desarrollo que, aunque sea considerada por la psicología como “normal”, no deja de ser molesta o dolora.

 

Pero ¿por qué sucede este problema?

 

El problema

 

Cuando se inicia la convivencia conyugal, se debe considerar que va a existir sí o sí en algún punto de la relación un choque cultural, puesto que cada integrante ha heredado una cultura familiar distinta de la otra, donde presentan dinámicas para hacer las cosas de manera diferente, creencias sobre lo que cada uno debe hacer que no siempre coinciden, diversas ideas sobre las formas sobre cómo, quién y cuándo se hacen las cosas, provocando roces en la pareja. En ocasiones uno de los cónyuges pone en mayor estima su propia cultura familiar y muchas veces en una actitud soberbia, se menosprecia la idiosincrasia familiar de la pareja o en otros momentos simplemente no se es capaz de observar los defectos de la propia dinámica familiar que hemos heredado, y por consiguiente, en una actitud voluntariosa y llevado a las propias ideas, se considera solo la propia opinión sobre cómo llevar la dinámica de este matrimonio.  

 

Aspectos como: limpieza del hogar, manejo del dinero, quehaceres domésticos, compras domésticas, sexualidad, aspectos emocionales, horarios, aspectos laborales, manejo de relaciones con amistades, manejo de las relaciones familiares (sobre todo con suegros y suegras) entre otros, pueden ser fuente de conflictos y roces constantes, que de no ser abordados de manera sabia, puede llevar a resentimientos en el futuro.

 

En Cantares 2:15 (NTV) dice: “Atrapen todos los zorros, esos zorros pequeños, antes de que arruinen el viñedo del amor, ¡porque las vides están en flor!”. Esta porción está en el contexto que cuando las vides estaban en flor, se les cercaba para que los animales más grandes no pudiesen destrozarla, sin embargo, animales pequeños como los zorros, eran capaces de traspasar las cercas y dañar las vides. Esto alude a que cuando mi relación romántica está en apogeo o en plena luna de miel (las vides están en flor), no siempre lo que daña la relación son las cosas grandes como la infidelidad o la violencia (animales grandes) si no que son las pequeñas cosas (zorros pequeños) que arruinan el viñedo del amor. Como psicóloga he atendido varios matrimonios donde existe resentimiento y raíces de amargura por largos años y que al profundizar sobre las razones de la distancia afectiva que existe entre ellos, surgen innumerables reproches de tipo “zorros pequeños” que al convivir con ellos por largos años, quedan pocos recuerdos del amor que se profesaron en el altar y finalmente prima en la memoria el cansancio de las discusiones, el desinterés por reavivar el fuego y un desencanto por la persona que alguna vez juró amar hasta la muerte.  

 

La Solución

 

1. Busque tener una actitud humilde y respetuosa: Ante los conflictos maritales, la humildad siempre es una buena compañera. También lo es ser reflexivos, escuchar con atención y hablar con claridad, pero son cosas que cuando uno está enojado es difícil de realizar, por lo mismo promover una comunicación desde el amor y la humildad es fundamental al inicio de la relación. Puede que haya diferencias en las ideas sobre como abordar ciertas cosas, pero estas diferencias deben ser abordadas con un corazón humilde y con labios respetuosos. Si está enfadado, deje la conversación para después, cuando pueda dominar sus labios y comunique sus ideas sin herir a la persona que prometió amar, cuidar y proteger.

 

2. Hable sobre conductas, no sobre críticas familiares: Ninguna familia es perfecta, todos tienen algo que mejorar, pero restregar los defectos o criticar a la familia de origen del cónyuge es una terrible opción para un matrimonio saludable (aunque tenga razones para hacerlo), siempre generará heridas innecesarias. Es mejor hablar sobre las conductas o normas que le gustaría que estuviesen en esta nueva familia que criticar la familia del cónyuge. Por ejemplo: si la familia del cónyuge es desordenada con los dineros, en vez de criticar lo despilfarradores que es la familia, es mejor hablar con sabiduría y decir algo como: “me gustaría que fuéramos ordenados con los dineros, y si se puede, ahorrar para tener cierta tranquilidad si es que hay alguna emergencia”. Evitar frases como: “eres igual a tu mamá” o “te comportas igual que tu papá” no aporta en nada a su matrimonio.

 

3. No compare con su familia de origen: Recuerde que es necesario que cada uno deje a su padre y a su madre para unirse a su mujer (Génesis 2:24), esto no solo es algo físico de tener la vivienda propia, sino que también entender que con mi cónyuge estamos formando una nueva familia, por ende, la cultura familiar es una distinta a la de la familia de origen de cada uno. Con humildad, amor y respeto evalúen que aspectos de cada familia les gustaría repetir y cuáles les gustaría hacer diferente, y de ser necesario, qué aspectos les gustaría hacer totalmente diferente a ambas familias, esto no con actitud soberbia para sentirse superior, sino con actitud de mansedumbre ante los aprendizajes que ambos han obtenido de las experiencias familiares.

 

4. Atrapen juntos las zorras pequeñas: Es normal que a la nueva pareja le cueste un tiempo en adecuarse, ajustarse y aprender a convivir y hacer de esto un verdadero equipo de trabajo. Para ello la comunicación es fundamental, y no solo comunicar asertivamente sobre mis necesidades (comunicando más lo que espero del otro que hacer un gran listado de reproches), sino que escuchar atentamente lo que el/la compañero/a de vida me está solicitando y considerarlo para hacer algo al respecto, de lo contrario, es posible que esa “zorra pequeña” termine arruinando el viñedo del amor por no actuar a tiempo.

 

 

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Psicóloga Gianina Schiavi Canessa

Iglesia Cuadrangular Hualpén, VIII Región del Bío-Bío, Chile.

Estudiante Bachillerato en Teología del Instituto Bíblico Nacional.

 

CONVIVENCIA FAMILIAR Y CUARENTENA

Cuando la convivencia y la cuarentena es un problema en la familia.

La pandemia del COVID-19 ha provocado severos cambios en nuestra forma habitual de vivir, de hecho, todo nuestro estilo de vida ha tenido que modificarse a causa de las medidas sanitarias que hemos adoptado para proteger nuestra salud y a las personas que más amamos. Este tiempo de COVID-19 ha sido un verdadero tiempo de prueba, de desierto, de pasar por fuego en diversas áreas de nuestra vida. No sólo hemos tenido que cambiar la forma de trabajar, educarnos o congregarnos, sino que lo más importante es que hemos tenido que enfrentar con todo aquello que evitábamos ver, que postergábamos, que huíamos mediante el trabajo o alguna actividad fuera del hogar. Este tiempo ha sido para muchas familias una prueba de fuego donde hemos podido apreciar cuánto amor, respeto, confianza y tolerancia nos tenemos entre nosotros.

 

El problema de la convivencia en cuarentena

 

Cuando el fuego pasa por la vida del ser humano surge lo mejor y lo peor de él, saliendo a la luz lo que verdaderamente hay en nuestro corazón, es así como podemos cómo ha aumentado la agresividad en un sin número de personas, las faltas de respeto, la incomprensión y el egoísmo. Sin embargo, también podido ver en otros que se ha hecho visible la resiliencia, la solidaridad, el compañerismo y la unidad. Si te fijas es la misma prueba para todos, pero reaccionamos de manera diferente ¿por qué?, porque, así como dice en Lucas 6:45 (TLA) “La gente buena siempre hace el bien, porque el bien habita en su corazón. La gente mala siempre hace el mal, porque en su corazón está el mal. Las palabras que salen de tu boca muestran lo que hay en tu corazón”, en otras palabras, es en los momentos de prueba que nuestras máscaras se caen y surge el verdadero “yo” y por consiguiente esto puede llevarnos a tener problemas o discusiones con la gente que nos rodea. En 1 Pedro 1:6-7 (RV60) dice: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario,  tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe,  mucho más preciosa que el oro,  el cual aunque perecedero se prueba con fuego,  sea hallada en alabanza,  gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”, en resumen Pedro nos dice que en tiempos de pruebas se puede notar cuanta espiritualidad y carnalidad tenemos en nuestro corazón y nos invita que una vez pasada la prueba, nuestra confianza en Dios no se haya quebrantado o flaqueado.

 

De manera complementaria, en Juan 15:8 (TLA) dice: “si ustedes dan mucho fruto y viven realmente como discípulos míos, mi Padre estará orgulloso de ustedes, esto es interesante ya que la forma en que tenemos para glorificar a Dios es llevando abundante fruto y no es sólo una forma de darle la gloria, sino que además es una manera de demostrar que somos sus seguidores o discípulos, tal cual dijo Jesús “por sus frutos los conoceréis” (Lucas 6:16 RV60) ¿y cuáles son esos frutos? Quisiera comentar 2 referencias acerca de lo que son los frutos, el primero lo encontramos en Efesios 5:9(NVI) que dice: “el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad” y en Gálatas 5:22-23a (NVI) “En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio”. Cuando uno mira la propia vida a la luz de la palabra, nos damos cuenta cuánto nos ha costado adquirir estos frutos, realmente estamos al debe en ser como Cristo lo fue, más que mal cristiano significa “cristo pequeño”, pero al mirar el fruto que el Padre quiere que llevemos en abundancia nos damos cuenta cuánto nos falta morir a nosotros mismos para que Cristo crezca en nosotros, esto lo podemos ver en cosas cotidianas donde por ejemplo perdemos la paciencia con facilidad, somos impulsivos con nuestra boca o acciones, quejumbrosos, egoístas, manipuladores, poco agradecidos, a veces nos gana el orgullo por sobre el amor en nuestro hogar e incluso nos falta la cordialidad entre nuestros cercanos … si nuestra vida cristiana carece de fruto, vamos a tener problemas de convivencia. A causa del COVID-19 donde ya no podemos huir de nuestros hogares cuando las cosas se ponen difíciles, donde podemos ir físicamente a la iglesia y no contamos con la liturgia eclesiástica que nos hacía sentir “buenos”, queda al descubierto en este tiempo de prueba lo que realmente somos, lo sincero, lo que de verdad hay en nuestro corazón, y si hay problemas de convivencia, es altamente probable que sea porque una o varias partes de la familia carece del fruto del Espíritu de Dios.

 

Entonces… ¿qué hacer?

 

A continuación, daremos estrategias espirituales y prácticas que pueden ser de orientación para ti y para los que te rodean.

 

Estrategias Espirituales:

 

Desde una mirada espiritual, debemos como cristianos llevar mucho fruto para poder tratar a los demás como Dios quiere que nos comportemos, pero ¿cómo tener fruto en abundancia?, la respuesta la encontramos en Juan 15:4-5 (PDT) “permanezcan en mí y yo permaneceré en ustedes. Ninguna rama puede dar fruto si está sola, sino que tiene que estar unida a la vid. Igual sucede con ustedes, no pueden dar fruto si no se quedan en mí. Yo soy la vid y ustedes las ramas. El que permanece en mí, y yo en él, producirá mucho fruto, pues separados de mí, ustedes no pueden hacer nada”, es decir, debemos buscar a Dios y permanecer bajos sus alas, buscar su presencia, morir cada día a nosotros mismos para que Cristo crezca en nosotros y obedeciendo sus preceptos, así podremos empezar a ver estos frutos que restauran las vidas de los creyentes y sus relaciones interpersonales, incluyendo matrimoniales y familiares, tal cual dice 2° Crónicas 7:14 “si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra

 

Muchas veces hemos llevado nuestra vida a nuestra manera, y las consecuencias las estamos enfrentando hoy ya que no podemos huir o seguir fingiendo que las cosas están bien, o peor aún, que se solucionarán de manera espontánea y sin esfuerzo. Sin embargo, a veces por nuestras propias malas decisiones, por nuestra falta de amor (a los demás o a sí mismos), por nuestra terquedad o incluso por nuestro orgullo, hemos facilitado que las relaciones familiares se deterioren. Es una buena oportunidad para empezar a hacer las cosas bien desde el día de hoy, recuerda que las misericordias de Dios se renuevan cada día (Lamentaciones 3:23) y por ende cada día puedes empezar a hacer las cosas conforme el plan de Dios. Por eso busca del Señor, para que lleves fruto en abundancia y puedas enseñar esto a tus hijos, a tu cónyuge y a todos los que te rodean, y así podrás ir sanando tu tierra

 

Estrategias Prácticas:

 

Sabemos que cada hogar es distinto, pero aquí te dejamos 8 sugerencias que pueden ser de ayuda para tener una mejor convivencia.

  1. Realizar Asambleas de Convivencia: Si bien es cierto que debido al distanciamiento físico las familias pasan mucho más tiempo juntas, la verdad es que pocas veces se establecen espacios para compartir quejas, necesidades y expectativas. La idea es que en estas asambleas todos los miembros de la familia puedan expresar sentimientos, inconformidades, etc. Y de esa forma se toman acuerdos para reducir los conflictos, por ejemplo: horarios para el uso de la TV, colaboración en el hogar, horarios para actividades juntos, etc. La idea es que con una actitud constructiva (y no de buscar culpables) pueda organizarse para que todas las necesidades y gustos sean atendidas.

 

2. Evitar el exceso de actividades: Uno de los temores de los padres en estos tiempos de cuarentena es que los hijos se aburran. Como no hay clases, tampoco se puede ir a parques, es probable que los niños se expongan con más facilidad al aburrimiento. Para evitarlo, puedes caer en la tentación del exceso de actividades, lo que puede agotarte o agotar a tus hijos. No le temas al aburrimiento, de hecho, no te hagas cargo a totalidad de los horarios de tus hijos. Permíteles crear actividades, descubrir nuevas aficiones. Eso te permitirá tener también tiempo para descansar, para ocuparte de ti mismo e incluso invertir tiempo en tu relación de pareja. Con esto no decimos que no debas organizar actividades, claro que es importante hacerlo, pero no controlar todo el día y hacerte cargo de un horario detallado para cada hora del día.

 

3. Resolver los conflictos: Durante el distanciamiento físico habrá conflictos en casa, eso es inevitable. Es importante hacerte consciente de ello, ya que para la sana convivencia hay que resolver los conflictos a tiempo y no dejar que éstos se extiendan o conlleven a acumular molestias. Fomenta el respeto, es una buena oportunidad para aprender y enseñar a tratar los conflictos. Esto aplica a todos los miembros de la familia.

 

4. Respetar los espacios de cada uno: Cada miembro del hogar debe tener momentos de privacidad y actividades individuales para fomentar la independencia y la toma de decisiones personales. La convivencia continuada no es sinónimo de tener que hacer todo juntos. Si bien deben existir actividades en familia (ver una película en la sala, juegos de mesa, cocina colaborativa), esto no aplica todos los días a cada rato. El espacio personal es crucial en cuarentena.

 

5. Evitar tiempos excesivos de ocio: el ocio en su justa medida es bueno ya que relaja, disminuye los niveles de estrés y promueve la creatividad, sin embargo, el exceso de tiempos de ocio puede conllevar a aumentar la frecuencia de las discusiones. Una mente ocupada no tiene tiempo para discutir; es por esto que se recomienda realizar un mínimo de dos actividades productivas por día para mantener nuestra energía enfocada en prácticas significativas.

 

6. Cargas compartidas: La sobrecarga de tareas del hogar para solo uno o dos miembros de la familia no es justa. La cuarentena de por sí ya es lo suficientemente complicada como para dejar toda la responsabilidad del hogar a una sola persona. Es por esto que debemos unirnos como familia y repartir las tareas de manera equitativa. De esta forma no solo se está ayudando a aligerar la carga, sino que también se fortalece el vínculo de convivencia entre todos los miembros del hogar.

 

7. Expresión de sentimientos: En este tiempo de cuarentena es lógico que las personas que conviven bajo nuestro mismo techo tengan diferentes opiniones, tomen decisiones que no sean de nuestro agrado o que hagan ciertas cosas que puedan molestarnos. Cuando esto ocurra, expresa tus sentimientos de una forma respetuosa y asertiva. Reprimir lo que queremos decir solo perjudica nuestra tranquilidad, y nos hace más propensos a tener explosiones de ira más adelante. Exprésate, pero siempre con el objetivo de mejorar la situación en el hogar, no de pelear o “tener la razón”.

 

8. Comprensión: Recordemos que, ante una emergencia mundial tal como lo es una pandemia, todos tenemos diferentes formas de reaccionar y poseemos distintos métodos de afrontamiento a la adversidad. Es por esta razón que no debemos imponer nuestra posición a los demás, especialmente a aquellos que están viviendo con nosotros. Si alguien desea llorar, déjalo llorar. Si una persona desea pasar un tiempo privado en su habitación, entonces compréndelo y no lo obligues a salir de inmediato, dale tiempo. El entendimiento mutuo es esencial, y siempre y cuando nuestros métodos de afrontamiento y los de nuestros seres queridos no sean perjudiciales debemos permitir que cada quien se exprese a su manera, recordando siempre las normas de convivencia y que esa expresión no dañe a terceros o a sí mismo.

 

Como ves, puedes ahora hacer frente al problema de convivencia desde dos perspectivas: desde el área espiritual buscando llevar mucho fruto y aprovechar este tiempo de prueba y fuego para que Dios queme en tu corazón lo que debe ser eliminado y saque a relucir el carácter de Cristo que debe estar en todo creyente, y además, 8 estrategias prácticas que pueden ayudarte a tener una convivencia más llevadera en tu hogar. Recuerda que sin Cristo nada somos, y que lejos de Él nuestro corazón se seca, busca siempre estar cerca y tú lo notarás en tu vida y, por consiguiente, los que te rodean también lo notarán.

 

Finalmente, y como último consejo, es natural que veamos en los otros miembros de la familia sus defectos y lo que le falta por crecer en madurez espiritual, eso es lo más fácil, cualquier persona puede hacerlo, no hay grandeza en ello, sin embargo, sólo un corazón humilde puede reconocer “que me falta a mí por crecer”, “como puedo aportar yo a la convivencia familiar”. Eso es algo sobrenatural y es definitivamente mucho más saludable. Si todos los miembros de la familia fueran más autocríticos (en el buen sentido, es decir sin ser autodestructivos) en sus actitudes y aportes, en vez de ser críticos de los demás, la convivencia sería mucho mejor. Puedes empezar tu dando el ejemplo, de decir lo que te molesta, pero también considerando las actitudes tuyas que pueden irritar a otros y tener humildad para reconocer y modificar estas conductas.

 

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Psicóloga Gianina Schiavi Canessa

Iglesia Cuadrangular Hualpén, VIII Región del Bío-Bío, Chile.

Estudiante Bachillerato en Teología del Instituto Bíblico Nacional.

 

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