Las características de la ciudadanía celestial

Desde el año 2017 aproximadamente comencé a reunir los papeles para sacar la nacionalidad italiana; mis bisabuelos fueron italianos y llegaron a Chile antes del 1900 y aquí en Chile nació mi abuelo paterno. Después de varios años recopilando los papeles necesarios, en marzo del 2020 recién logré compilar todos pero lamentablemente llegó la pandemia y la embajada cerró por COVID, por lo que aún está pendiente ese trámite, sin embargo cuando tuve en mis manos los papeles en italiano y vi más cercano sacar la ciudadanía italiana, pensé: seré italiana y no conozco las leyes básicas de Italia, no se hablar italiano por mucho que mi papá frustradamente me hable en italiano y me limito a decir “no parlo”, desconozco sus costumbres, las características de las personas, su cultura, su historia, ni siquiera conozco el lugar, con suerte se cocinar unos espaguetis que los como con cuchara (porque en Italia los espaguetis se comen con cuchara y tenedor, así me enseñó mi padre). Meditando en esto, mi lista de reproducción comenzó a sonar una canción bien particular y muy ad-hoc al momento “ciudadano del cielo” de Viña Ágape y de pronto esa canción tenía un sentido diferente para mí, me preguntaba: de chilena tengo mucho, de italiana tengo nada, más que el apellido, los espaguetis y que soy de familia achoclonada y gritona, pero reflexionaba… ¿Cuánto tengo de mi ciudadanía celestial?

 

Si revisamos los siguientes textos: Efesios 2:19 (NTV) “Así que ahora ustedes, los gentiles, ya no son unos desconocidos ni extranjeros. Son ciudadanos junto con todo el pueblo santo de Dios. Son miembros de la familia de Dios.” ; Filipenses 3:20 (PDT) “En cambio, nuestra patria está en el cielo y de ahí estamos esperando que venga el Salvador, Nuestro Señor Jesucristo” y  Hebreos 13:14 (RV60) “porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir”, podemos concluir que cuando nos encontramos con el resucitado, debemos irnos despojando de nuestra vieja patria, nuestra vieja ciudadanía, nuestra vieja cultura para ir adoptando la cultura o la ciudadanía celestial.

Ante la pregunta que me hice inicialmente: “cuánto tengo de mi ciudadanía celestial”, llevó a que me preguntara: ¿cuáles son las características de esta patria celestial? ¿cuál es su idioma?, ¿cuáles son sus leyes básicas?, ¿cómo es su cultura?, ¿sus costumbres?, ¿su moneda?, ¿su comida?, ¿qué trámites se debe hacer para hacerse ciudadano?… bueno, sabemos la respuesta a esta última pregunta, sabemos que no es por alguna obra nuestra sino por los méritos de Jesucristo (Efesios 2:8-9) y que nuestra única labor es confesar con nuestra boca, y sobre todo con nuestra vida que Jesús es el Señor, y haciendo eso podemos acceder a la ciudadanía celestial, una “VISA para el cielo”, porque ya tenemos patria junto al Padre, pero ahora debemos buscar vivir conforme a este reino. Por ejemplo, yo soy chilena, hablo el idioma, digo “po” y “cachay” todo el rato po, ¿chachay?, estoy sumergida en la cultura, escucho y bailo cueca en septiembre y espero con ansias comer empanadas y anticuchos en las fiestas, típico chileno. Conozco su historia, participo en las costumbres, manejo relativamente sus leyes. He tenido el privilegio de viajar, y cuando he ido a Argentina o Perú, es cosa de minutos que se den cuenta, sin que yo se los diga, que soy chilena… pero respecto a mi patria celestial, ¿las personas reconocen en mí (o en ti) nuestra ciudadanía del Reino de los cielos? Si estoy con otras personas ajenas a este Reino de Dios, ¿pueden reconocer fácilmente a quien pertenezco?, en otras palabras ¿mi vida representa a un ciudadano del cielo?, y te hago la misma pregunta, ¿tu vida representa a un ciudadano del cielo? Para responder a esto debo preguntarme: ¿cuáles son las características que me llevan a ser un representante del Reino de Dios?

La verdad este es un tema extenso, que sería interesante poder ver el detalle ya que para poder ir adoptando la cultura de esta patria celestial, debemos conocerla en su plenitud, pero por temas prácticos me limitaré a lo que se nos enseña en el sermón del monte según Mateo capítulo 5, 6 y 7, la gran predicación de Jesús. En ella podemos encontrar 7 características que debe tener un representante o un ciudadano del Reino de Dios. Acompáñame con tu Biblia a leer cada pasaje.

 

1.Características en su Idioma o lenguaje

Cuando Crucificaron a Jesús y Pedro huía, la gente reconoció que él era un discípulo, entre tantas cosas, por cómo hablaba (Mateo 26:72). Analicemos a la luz de las escrituras cómo deberíamos nosotros hablar según nuestra ciudadanía celestial:

 

Primero que todo, nuestro lenguaje debe ser lleno de sabiduría, siendo lentos para hablar pero prontos para escuchar y tardos para enojarse (Santiago 1:9), por ello no se usan groserías ni ofensas ni críticas destructivas que en nada favorece, sino que sus palabras son de bendición y de utilidad para quienes nos escuchan (Efesios 4:29). Es por eso, que un representante del reino de Dios controla su lengua para bendecir y edificar a los demás y no para maldecir o murmurar contra el hermano(a) (Santiago 3:9-11; Salmos 15:1-3; Santiago 4:11), sus palabras son amables y cordiales (Colosenses 4:6) y como están llenos del amor de Dios hablan conforme ese amor que habita en su corazón (Lucas 6:45)

 

2.Características en su Vivienda

En Mateo 7:24-25, se nos enseña que nuestra casa debe ser cimentada sobre la roca, ¿y cuál es esa roca? Es Jesús, sus enseñanzas y sus preceptos, es poner nuestra confianza sobre Su Palabra, para que cuando vengas los vientos de la vida o terremotos, al estar cimentados en la verdad, podremos estar tranquilos y confiados. 

 

3.Características en su comida

Los representantes del Reino de Dios poseen un plato típico sin igual, que es tan sabroso y dulce para el paladar y el alma que se debe comer diariamente, ¡realmente es una delicia! Este plato típico es La Palabra de Dios (Mateo 4:4). Esta comida es rica, abundante, gratuita y de calidad; cualquiera que desee disfrutar de ella puede hacerlo (Isaías 55:1-2)

 

4.Características en su Economía

Los ciudadanos del cielo buscan hacer inversiones donde ni los intereses, ni los ladrones ni nada puede hacer que pierdan su valor, puesto que hacen inversiones celestiales (Mateo 6:20). Asimismo, los habitantes son buenos administradores y tienen ordenadas todas sus finanzas (Romanos 13:7). Finalmente, no ponen sus esperanzas en su dinero, en su trabajo, herencia o inversiones terrenales, pues confían plenamente que mientras tengan puestos los ojos en Dios, Él se encarga de que nada les falte (Mateo 6:33)

 

5. Características en su Leyes

Los representantes del Reino de Dios son obedientes a las leyes terrenales, pero por sobre todo les interesa ser obedientes a las leyes de Dios que pueden ser moralmente más elevadas que las leyes pasajeras de los hombres (Mateo 5:20,27-28), es tanto lo que les importa obedecer a Dios que pueden ser considerados radicales o extremistas para este mundo puesto que no transan su santidad por cosas banales de esta era (Mateo 5:29-30). Como son personas obedientes, y ponen al Señor por sobre todo (Mateo 6:24) son personas honestas que no tienen que hacer promesas, pues su “sí” o su “no” son de confiar (Mateo 5:34-37)

 

6.Características en su Cultura

La parte cultural y social de los ciudadanos del Reino es muy peculiar y distinto a este mundo terrenal, puesto que sus habitantes priorizan la paz y el buen trato por sobre el deseo de dominar a otro mediante el enfado u ofensas (Mateo 5:22), y si alguien le ha fallado, pagan bien por mal (Mateo 5:38-42) no devolviéndole la mala acción o vengándose de la persona que lo lastimó. También, a diferencia de este mundo pasajero, las relaciones con las personas son mucho más importantes que las cosas materiales, siendo más relevante estar en paz con todos que cualquier regalo, ofrenda o cualquier cosa material (Mateo 5:23-26). Además, la sinceridad es algo tan preciado que si hacen buenas obras lo hacen de corazón y de forma anónima para no enaltecerse delante de los hombres o buscar algún tipo de reconocimiento (Mateo 6:1-4), asimismo cuando oran y/o ayunan lo hacen en privado y de manera genuina, sin melodrama o búsqueda de que los demás nos enaltezcan por nuestra “espiritualidad elevada”, sino que con un corazón sincero y humilde se acerca a los pies del Padre para hablar con el corazón (Mateo 6:1-7). Finalmente, un ciudadano del cielo busca llevar mucho fruto del Espíritu Santo, muriendo cada día a sí mismo para que el carácter de Cristo crezca y se vea reflejado en su persona y en sus acciones (Mateo 7:19-23).

 

7.Características de su Gente

A nivel individual, los habitantes del Reino de Dios poseen características admirables y que provoca que las demás personas quieran conocer y convivir con ellos. Algunas características son: Las personas son compasivas y de corazón puro, de buenos sentimientos e intenciones para con los demás (Mateo 5:7-8), son humildes de corazón (Mateo 5:3), son pacificadores, evitando generar discusión o división, por el contrario, buscan la paz con todos mientras de ellos dependa (Mateo 5:9), son confiables porque siempre dicen la verdad (Mateo 5:37), tratan a los demás como les gustaría que Dios mismo los trate (Mateo 7:2,12) por lo mismo, no juzgan a los demás (Mateo 7:1) y son amorosos en vez de ser vengativos (Mateo 5:44-45). Por otra parte, tienen convicciones profundas sobre cómo agradar a Dios y se enfocan en obedecer su Ley (Mateo 5:10,18-19), para así ser sal y luz en este mundo que se corrompe con tanta facilidad (Mateo 5:13-16). Los habitantes del reino de Dios son perfectos (Mateo 5:48), no se afanan por el mañana o lo que vendrá (Mateo 6:26,31-34), si no que confían en que Dios suplirá cada una de sus necesidades (Mateo 7:11).

 

Si bien esto puede ser una pincelada superficial de las características de un ciudadano del Reino de Dios, si uno se mide a la luz de la escritura tenemos mucho que mejorar para que seamos buenos representantes del Reino de Dios y así facilitar el camino a aquellos que aún no pertenecen a este reino y que quieran participar de esta hermosa ciudadanía y que no suceda que nosotros al no ser buenos representantes de nuestra patria no quieran acercarse a ella. Para ello es necesario despojarse del viejo hombre, la vieja naturaleza, la vieja cultura, la vieja patria, y tal como nos dice en Efesios 4:22-24desháganse de su vieja naturaleza pecaminosa y de su antigua manera de vivir, que está corrompida por la sensualidad y el engaño. Y, en cambio, dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes. Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo

 

Que Dios nos ayude a poder ser verdaderos ciudadanos del cielo y ser dignos representantes de nuestra patria celestial.

 

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Psicóloga Gianina Schiavi Canessa

Iglesia Cuadrangular Hualpén, VIII Región del Bío-Bío, Chile.

Estudiante Bachillerato en Teología del Instituto Bíblico Nacional.