Consejos para fomentar la inclusión

Cuando hablamos sobre Inclusión podemos hacer referencia a integrar a las personas dentro de la sociedad, se suele entender que las experiencias de inclusión están destinadas a integrar a “personas con discapacidad” o con “necesidades especiales”, a través de estereotipos pedagógicos o social diseñados para que la persona en cuestión pueda “adaptarse” a la vida “común”, pero nosotros también debemos adaptarnos a su realidad como ellos lo hacen en la nuestra.

Pero ¿qué pasa cuando se nos presenta personas en situación de discapacidad que ahora llamaremos Hermanos que presenta una dificultad en nuestras iglesias?, ¿qué podemos hacer o como ayudarlos de manera simple y rápida?:

  • Primero es conocer su vida.
  • ser empático a la hora de ayudar.
  • no minimizarlo.
  • Incorporarlos a las actividades que realicen, aunque no hagan lo suficiente, ya que estar en sociedad es un desafío constante.
  • Ser parte de un grupo sin ser marcado por su diferencia para ellos es un gran valor y una muestra de amor.
  • Aceptarlos tal cual e incluirlo.
  • Hacerlo siempre con amor.

 

EL PROPÓSITO DE LA IGLESIA

 

Las iglesias que sirvan en el mundo de la discapacidad o que presente alguna necesidad diferente no tienen como propósito el diagnóstico clínico de la discapacidad o dificultad, aunque se ayuden en ello, sino que tienen como propósito servir a las personas con capacidades diferentes y a sus familias, ayudándoles a encontrar  su lugar  en la iglesia local, presentándoles la verdad del amor de Dios, la cual, sobre todo, incluye la salvación en Jesucristo, y el seguimiento en discipulado de Jesús como Señor de sus vidas. A veces lo pasamos por alto, por muchos motivos, pero es necesario que nuestro señor Jesucristo nos haga ser un servidor a los que nos necesita y bienaventurado en hacerlo con amor como Jesús.

Las personas en situación de discapacidad o los que padecen una dificultad tienen la necesidad, como todo ser humano, de responder a la invitación de la salvación y de participar en la vida completa y segura en el Señor. Así también, siendo hijos(as) de Dios, merecen la oportunidad y la libertad de ser servidores de sus vidas y dones ante Dios.

En Chile, 1 de cada 8 personas, es decir, más de 2 millones de personas, no puede oír, ver, caminar o entender con facilidad. Lo alarmante no es la gran cantidad de personas que presentan esta condición, sino que tristemente, la mayoría no conoce a Cristo como su Señor.

La Biblia nos dice, en Mateo 9:34 que “…la mies es mucha, más los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”.  Sin duda, la misión de Dios es muy amplia y en ella cada uno participa con los dones que Dios nos ha dado de manera particular, pero estamos a disposición de su servicio con un corazón humilde en espíritu y en verdad. 

INCLUSIÓN EN LAS IGLESIAS

Es importante abrir los espacios necesarios para servir e incorporar a la vida de la iglesia a los que presenta una discapacidad dado que es la iglesia quién finalmente tiene la responsabilidad de reconocer y responder a las necesidades de las personas en situación de discapacidad y a sus familias. Hay que reconocer que cada uno es creado por Dios y que ante todo es una persona única y valiosa, independiente de sus necesidades o capacidades especiales que tiene un alma que salvar o simplemente ser parte del cuerpo de Cristo, pero cuando un hermano presenta ya una discapacidad dentro de la iglesia se debe incluir y guiar como uno más en el grupo con respeto y paciencia en los detalles más mínimo hasta lograr una independencia tanto en el servicio del templo como coordinar un devocional.

Quisiera recordar una parte de 2°Samuel 9: 1-13 que habla sobre Mefi-Boset. “El rey preguntó: “¿Queda algún descendiente de Saúl, a quien yo pueda darle muestras de bondad en nombre del Señor?” Sibá le respondió que aún quedaba un hijo de Jonatán, pero que estaba lisiado de ambos pies… Por su parte, el rey David reiteró que Mefiboset comería con él, como si fuera uno de sus hijos.  Mefiboset tenía un hijo pequeño que se llamaba Micaía, y toda la familia de Sibá estaba al servicio de Mefiboset.  Y como Mefiboset estaba lisiado de ambos pies, vivía en Jerusalén y siempre comía a la mesa del rey.”

La obra de Cristo nos lleva a compartir también dignidad y respeto al ser humano, independiente de quienes sean estos, siguiendo el modelo de servicio de Jesús. Por lo mismo, la Iglesia debe responder a este reto, pero no puede llevar a cabo un ministerio a la discapacidad como un departamento de la Iglesia, sólo por cuestión “humanitaria” o solo por compasión, sino que la Iglesia debe actuar como David, sentando a muchos Mefi-Boset a su propia mesa sin importar de su condición y siguiendo el ejemplo de Jesús quién “…tuvo compasión de ellos, porque parecían ovejas sin pastor, y comenzó entonces a enseñarles muchas cosas” Marcos 6:34.  

Actualmente, para llegar a ellos debemos prepararnos de manera diferente a la que hemos sido enseñados para predicarles a las personas con o sin discapacidad, según lo mencionado con anterioridad es importante compartir con los Pastores, lideres o hermanos de nuestras iglesias algunos conceptos de las diferentes discapacidades o dificultades que nos rodean. 

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Belén Andrea Cavour Burgos
Educadora Diferencial
Iglesia Cuadrangular Shalom
Alto Hospicio